Desde pequeños, los niños experimentan en sí mismos una gran variedad de emociones derivadas del entorno en el que viven y de las múltiples situaciones a las que se enfrentan a diario, por ello, que identifiquen cada una de ellas y sepan gestionarlas es fundamental para sentirse bien, conocer su estado de ánimo y el los demás, llegando así a conseguir un desarrollo óptimo en todos los niveles.
Al comenzar la etapa de educación infantil, el alumnado debe adquirir una serie de competencias, pero también es importante que aprendan a tolerar la frustración, controlar su impulsividad, a pensar antes de actuar, etc. Esto constituye parte del proceso educativo y es un factor determinante del éxito o el fracaso del mismo.
¿Cómo trabajamos la educación emocional en el aula?
Este trimestre estamos realizando distintas actividades encaminadas a conocernos un poco mejor y a poner nombre a nuestros sentimientos. La mayoría de ellas se han desarrollado mediante dinámicas y a modo de juego, puesto que es en las relaciones con iguales donde regulamos las propias emociones.
“Emociómetro”: al iniciar la mañana, en el momento de la asamblea, expresamos cómo nos sentimos ese día y colocamos nuestro nombre en el emociómetro conversando sobre situaciones que nos ponen alegres, tristes, nos causan miedo o enfado. Aprovechamos ese momento para dedicar unas palabras bonitas a la responsable del día.


El dado de las emociones: lanzamos el dado y reconocemos qué emoción aparece respondiendo a las preguntas: ¿Qué emoción es ésta?, ¿Cómo la expresamos?, ¿Cuándo nos sentimos así?
El juego del espejo: nos hemos colocado delante del espejo y hemos imitado con la cara un gesto de sorpresa, de enfado, de alegría… ¡Qué divertido ha resultado vernos reflejadas en él realizando gestos y distintos movimientos!
Lectura de cuentos: Constituyen una gran herramienta para ayudarnos a abordar específicamente el tema de las emociones. Hemos hablado sobre cómo se sienten los personajes de las distintas historias y si nosotros en alguna ocasión nos hemos sentido así. Algunos títulos que hemos seleccionado han sido: “El monstruo de colores”, “Las emociones de Nacho” o “El libro enfadado”.

No podemos olvidar que la familia es el primer entorno educativo donde los niños construyen las primeras relaciones, y en la que los miembros de la misma nos convertimos en modelos a seguir, por ello, deberíamos reflexionar sobre nuestra gestión de las emociones.
RECOMENDACIONES para mejorar la gestión emocional en casa:
- Cuida la forma en la que te comunicas con los demás. Eres su principal modelo a imitar.
- Ayúdale a gestionar los conflictos de forma positiva.
- Proporcionales cariño, comprensión, protección y ayuda.
- Valora sus logros y progresos.
- Establece normas y límites. Les hará sentirse seguros y entenderán que no siempre se pueden satisfacer sus deseos.
- Actúa con empatía y practica la escucha activa. Si conocemos sus necesidades y nos ponemos en su lugar, ellos aprenderán a hacerlo también.
En definitiva, trabajando la educación emocional en el colegio y en casa, conseguiremos que cuenten con las habilidades necesarias para desenvolverse en el mundo y ser FELICES, capaces de regular y dirigir sus emociones, y no dejarse llevar por ellas.



De nuestra propia educación emocional depende la de nuestros hijos.